

Quien es al abogado del diablo en el derecho canónico
En el derecho canónico de la Iglesia Católica, la figura popularmente conocida como el «abogado del diablo» era formalmente el Promotor de la Fe (en latín, Promotor Fidei). Su función principal se desarrollaba durante los procesos de canonización, que son los procedimientos mediante los cuales la Iglesia declara santa a una persona.
Función Histórica:
El «abogado del diablo» era un clérigo, doctor en derecho canónico, cuya tarea consistía en argumentar en contra de la santidad del candidato. Actuaba como una especie de fiscal, presentando objeciones, dudas y buscando cualquier evidencia que pudiera cuestionar las virtudes heroicas, la autenticidad de los milagros atribuidos a la intercesión del candidato, o cualquier aspecto de su vida que no fuera coherente con la santidad.
El propósito de esta figura era asegurar un escrutinio riguroso y exhaustivo de cada causa de canonización, garantizando que solo aquellos individuos cuya santidad estuviera probada más allá de toda duda razonable fueran elevados a los altares. Se buscaba evitar decisiones precipitadas o basadas en la simple devoción popular. Esta figura fue formalmente instituida por el Papa Sixto V en 1587, aunque ya existían funciones similares con anterioridad.
Reformas y Situación Actual:
En 1983, el Papa Juan Pablo II reformó significativamente el proceso de canonización a través de la Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magister. Si bien la figura no fue completamente eliminada, su rol y denominación popular cambiaron.
Actualmente, la función sigue existiendo bajo el título oficial de Promotor de la Fe (o también se le conoce como Prelado Teólogo) dentro del Dicasterio para las Causas de los Santos (anteriormente Congregación para las Causas de los Santos).
Sus responsabilidades hoy en día incluyen:
Examinar la documentación presentada.
Asegurar que el proceso se conduzca correctamente.
Preparar un informe con las posibles objeciones o puntos que requieran mayor clarificación por parte de los postuladores de la causa.
Participar en las discusiones de los teólogos y cardenales.
Aunque su papel ya no es tan prominentemente «adversarial» como lo era en el pasado —buscando activamente «fallos»— su función sigue siendo crucial para garantizar la seriedad y la integridad del proceso de canonización. La intención es asegurar que la verdad sobre la vida, virtudes y fama de santidad del Siervo de Dios sea investigada a fondo.
La reforma de Juan Pablo II buscó agilizar los procesos, que a menudo se prolongaban durante décadas o incluso siglos, y dar un mayor énfasis a la investigación histórica y teológica, más que a un debate puramente forense. Se introdujeron también otras figuras, como los «relatores», que ayudan a preparar y estudiar las causas.
En resumen, el «abogado del diablo» era el nombre popular del Promotor de la Fe, un canonista encargado de cuestionar y examinar críticamente las causas de canonización. Aunque el proceso y el énfasis de su rol han sido reformados, la función de un escrutinio riguroso por parte de un oficial del Dicasterio para las Causas de los Santos, aún conocido como Promotor de la Fe, persiste en la actualidad para asegurar la validez de las declaraciones de santidad.